martes, 6 de noviembre de 2018

Schopenhauer: el intelecto individual y el intelecto universal

Mykhailo Boichuk, El profeta Elías (1913).
Para el intelecto al servicio de la voluntad, es decir, en el uso práctico, no existen más que cosas individuales; para el intelecto que se ocupa en el arte o la ciencia, es decir, que es activo por sí mismo, solamente existen universalidades, géneros completos, especies, clases, ideas de las cosas; porque incluso el artista figurativo pretende representar en el individuo la idea, esto es, la especie. Eso se debe a que la voluntad no está orientada directamente más que a cosas particulares: estas constituyen sus verdaderos objetos: pues solo ellas tienen realidad empírica. En cambio, los conceptos, las clases, los géneros, únicamente pueden convertirse en sus objetos de forma muy indirecta. De ahí que el hombre rudo no tenga sentido de las verdades universales; el genio, por el contrario, pasa por alto y descuida lo individual: la dedicación forzada a lo individual en cuanto tal, como es la que constituye la materia de la vida práctica, le supone una gravosa servidumbre.

ARTHUR SCHOPENHAUER, Parerga y paralipómena (1851). 

domingo, 4 de noviembre de 2018

Claudio Ptolomeo: el placer de observar el firmamento

Giordano Ziletti,  Clavdio Tolomeo principe de gli astrologi, et de geografi... (1564).
Sé que soy mortal por naturaleza y efímero, pero cuando trazo a placer el vertiginoso ir y venir de los cuerpos celestes, mis pies ya no tocan la tierra, sino que me hallo en la presencia del mismísimo Zeus, y me sacio de ambrosía.

CLAUDIO PTOLOMEO, Almagesto (siglo II).

sábado, 3 de noviembre de 2018

Emil Cioran: las religiones

Nikolái Roerich, Issa y el cráneo gigante (1932).
Las religiones me enseñaron la senda de la felicidad, a costa "mía". Pero la ilusión de estar "aquí" es más estimulante que la serenidad de no estar en ninguna parte, de estar en los cielos.
... Y entonces volví a la tierra y renuncié a la liberación.

EMIL CIORAN, El breviario de los vencidos (1991).

viernes, 2 de noviembre de 2018

Carl Grimberg: el neoplatonismo y la materia

Walter Crane, My soul is an enchanted boat
Para el neoplatonismo, la materia es el principio del mal. Las almas individuales pertenecen a una forma de emanación más noble. Pero ávidas de existir por sí mismas, han renegado de su sublime origen como un niño que abandona la casa paterna: después de esta apostasía, han acabado por ligarse a la materia.
Sin embargo, cada hombre ansía, desde lo más hondo de su alma, volver a su origen y siente nostalgia de lo eterno. Ésta es la tarea del hombre mientras mora en esta tierra: librarse de los lazos de la materia para conseguir de nuevo el mundo suprasensible del que fue separado.

CARL GRIMBERG, Historia Universal, Roma, tomo III.

jueves, 1 de noviembre de 2018

González Prada: acerca del Congreso

Paul Delvaux, El Congreso (1941).
Volvemos a preguntar ¿de qué nos sirven los Congresos? Sirven de prueba irrefragable para manifestar la incurable tontería de la muchedumbre al dejarse dominar por una fracción de gentes maleables, a medio civilizar y hasta analfabetas, sin la más leve inclinación a lo bello ni a lo justo, con el solo instinto de husmear por qué lado vienen los honores y el dinero o, hablando sin mucha delicadeza, la ración de paja y grano.

MANUEL GONZÁLEZ PRADA. Nuestros legisladores (1906) en Horas de lucha (1908).

miércoles, 31 de octubre de 2018

Osip Mandelstam: hacia la tierra vacía

Henryk Siemiradzki, Cristo y la samaritana (1890).

Hay mujeres que nacieron en una húmeda tierra.
Cada uno de sus pasos es un sollozo sonoro,
y su vocación, acompañar a los muertos
y ser las primeras en saludar a los que resucitan.
Pedirles caricias es un crimen
y separarse de ellas, imposible.
Hoy ángel y mañana gusano en una tumba
y pasado mañana sólo un contorno difuso.
Lo que fue un paso se hace inaccesible.
Las flores son inmortales. El cielo, denso.
Y el futuro, sólo una promesa.

OSIP MANDELSTAM, Hacia la tierra vacía, cojeando sin querer... (1937).

domingo, 12 de marzo de 2017

Dionisio Catón: la vida y la muerte

Lawrence Alma-Tadema, Retrato de una mujer (1902). 
No tengas miedo al término donde la vida acaba: el que teme a la muerte desperdicia su vida.

Ne timeas illam, quae uitae est ultima finis: Qui mortem metuit, quod uiuit, perdit id ipsum.


Dionisio Catón, Dísticos de Catón (c. siglo IV).